Se dice que detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer.
En el caso de Faus, una ENORME mujer, pese a ser chiquita de tamaño.
Sita Gallejones Prieto, cántabra afincada en Madrid con sus padres, era, como no podía ser de otro modo, también montañera y amante de las cumbres, de la naturaleza, del aire fresco. Una mujer de rompe y rasga, que fue capaz de hacer cosas que no eran habituales para las chicas de la época, que iba a la obligada Misa con la familia con sus pantalones bombachos debajo de las faldas, para, en cuanto el cura decía «Podéis ir en paz» salía corriendo, se quitaba la falda y ya iba equipada para ir a la Sierra.
Criada a los pies de Picos de Europa tenía pasión por las montañas, a las que dedicaba todo el tiempo que podía, aunque por sus venas corría un absoluto amor por el Mar, que siempre añoró no poder tener más cerca.
La primera vez que los presentaron fue en el ascensor que llevaba a ambos al club de Montaña Peñalara al que pertenecían. Faus no habla nunca de ese encuentro, para él no fue «cuando se conocieron», pero sí lo fue para Sita siempre decía con esa media sonrisa suya, que no le impresionó el «tan famoso Faus«…
Sin embargo, poco después, ya en pleno ambiente de montaña, nada menos en la ascensión al Naranjo de Bulnes de 1954, fue cuando sus vidas conectaron y con ello el comienzo de una larga historia juntos.
Se casaron en la sierra de Madrid, en la ermita del Monasterio del Paular en Rascafría, un 1 de agosto de 1958, en una boda bastante poco convencional, tal como eran ellos.
Los que conocemos a ambos sabemos bien que sin Sita, Faus no hubiera sido ese Faus, y queda perfectamente reflejado en el escrito que le dedicó y se publicó en distintas revistas de Montaña, tras su muerte, repentina, el 10 de enero de 2008, a tan solo unos meses de que hubieran celebrado sus Bodas de Plata. (Recordando a Sita)
Muchos la recordaréis bien, una gran mujer, guapa, elegante, discreta y divertida en las distancias cortas… más reservada, a la que no le gustaban las fotos, ni ser protagonista. Con gran carácter y las ideas muy claras fue el puntal de la familia Faus; quien supo encontrar el equilibrio necesario en una casa donde es la pasión por una afición la que mueve todo… pero nadie vive solo de pasiones, y como ella lo sabía, supo poner los pies en el suelo, aunque los corazones de ambos siempre estuvieran en las cimas.
Curiosamente la familia de Faus estaba formada por mujeres: Ana y Hellen las hijas; Henar, la nieta. Tan así era la cosa que hasta eran hembras los perros que en los últimos años han acompañado a la familia… Kiva, Rita, Laska y Sol.
Faus era un hombre que sabía rodearse bien, y sin duda, tiene mucho que agradecer a todas «sus chicas»